Es la segunda argentina que no puede entrar en menos de un mes
El hecho, del que sólo se supo en las últimas horas, ocurrió hace una semana en el aeropuerto de Barajas, cuando las autoridades migratorias españolas rechazaron el ingreso de la argentina Luisa Ormeño, de 72 años, por considerar que "no cumplía con los requisitos necesarios" y había excedido anteriormente el plazo de 90 días de estancia que permite el visado de turista, explicó ayer el vocero de la embajada española en Buenos Aires a la agencia de noticias EFE.
Según las autoridades españolas, Ormeño carecía de pasaje de vuelta a la Argentina y su carta de invitación para viajar a España había sido enviada por fax, por lo que no pudo ser verificada por la policía española, añadió el vocero, quien aseguró que la mujer recibió el mismo trato que el resto de los pasajeros retenidos.
Una de las hijas de Ormeño declaró ayer que su madre fue tratada como "una prisionera" por las autoridades españolas y no pudo tomar la medicación para sus problemas cardíacos durante las aproximadamente ocho horas que estuvo retenida en el aeropuerto de Barajas, antes de ser enviada a la Argentina en otro vuelo.
El altercado llevó a que la cancillería argentina, a través del vicecanciller argentino, Alberto D´Alotto, transmitiera a la embajada de España en Buenos Aires su "preocupación" por la citada cuestión.
El funcionario subrayó el "interés del gobierno argentino porque en todos los casos de ciudadanos argentinos que ingresen en territorio español prime el debido resguardo a su dignidad personal".
Este es el segundo caso en menos de un mes, luego de que Ada Ghiara, de 88 años, denunció una situación similar también en el aeropuerto de Barajas, donde estuvo retenida durante ocho horas hasta que fue enviada a la Argentina. En tanto, El movimiento Argentinos en el Exterior anunció ayer que llevará el tema al Parlamento español para que investigue "estos casos violatorios de los derechos humanos".
La abuela de 88 años, detenida, incomunicada y expulsada de España, es mi madre
Hugo Rodríguez*
Pasado un tiempo alguien descuelga el teléfono, una voz que no se identifica, y un tono de funcionario aburrido me pregunta que quiero, le explico la situación dándole los mayores detalles posibles, el interlocutor me pregunta el nombre, para mas tarde decirme que allí se encontraba, que tendría una entrevista y aportará toda su documentación y que en función de eso se determinaría si puede entrar o no, entonces, le digo, ¿Que hago entonces?, ¿Como podemos ayudar para aclarar esto?, ¿Con quien puedo hablar?, a lo cual, con toda la frialdad del mundo me dice. está hablando conmigo, .me quedo como paralizado por la impotencia. ¿Como puedo saber como está? Usted no puede acceder, en todo caso, apunte este teléfono, es el de la sala donde se encuentra, si llama podrá hablar con ella.
¡Estela! Tengo un teléfono para que podamos hablar, ¡llamemos!. comunica, una y otra vez, comunica. seguimos insistiendo mientras el tiempo comienza a comprimirse y expandirse. ¡Ya esta! Hola, ¿Como estás? Escucho que mi hermana habla con las dos, tranquilizando, tratando de poner confianza, y viendo que es lo que realmente está pasando. parece que mamá tiene un pasaporte nuevo, no han visto los viajes anteriores, y su billete está por 5 meses, y dicen que no se puede arreglar, no puede tener un billete por 5 meses. luego habla con la mamá, ella llora, dice que esta muy mal y Estela intenta calmarla. Le dice que se tranquilice, que seguramente todo se arreglara, que seguramente habrá alguna manera de solucionarlo.la llamada se corta, no puedo hablar con ellas, entonces, decidimos esperar los acontecimientos, algo pasará, no creo que por una cuestión administrativa vayan a hacer algo contra de ella, que podemos hacer. comenzamos a llamar a amigos, a mover nuestros contactos, a ver que podemos hacer, alguien que conozca a algún funcionario de inmigración que nos cuente que pasa exactamente, quizás un abogado, algún amigo de Convergencia que tenga contactos, vamos moviendo todas las posibilidades y nuestros amigos comienzan a ponerse en marcha, siempre dándonos ánimo, pero también con la preocupación de no saber exactamente que hacer. Va pasando el eterno tiempo de espera, llegan nuestros amigos Carlos y Josefina, movemos más posibilidades, nuevamente nos logramos conectar. Hablo con mi hermana secuestrada. noto su preocupación, mamá la esta viendo un médico, está descompuesta, nos han dicho que tendremos una entrevista, que ahí se ve nuestra situación, escucho su llanto, mi tensión aumenta, así como mi impotencia, nuevamente me dirijo a la policía, seguimos intentando. El agente es un muro, justifica su situación al tiempo que dice que comprende, y que nada puede hacer por nosotros, le pido el teléfono de la embajada argentina, se que ya no puedo llamar, pero de todas maneras lo tengo por si hace falta, Josefina calienta motores, ella encarará posteriormente a su superior.
Queremos saber el nombre del abogado de oficio que nos dicen que la atendió y no hay forma de conseguirlo.
Llega otra afectada, su madre viene para su boda, no trae la invitación, tampoco la dejan entrar, ni como turista, nos dice, parece que las van a deportar, de todas maneras puede ser que después de las entrevistas las dejen salir, pero le dijeron a los de la sala, que fue un oficial quien informó a todos que van a ser expulsados. Nuestra frustración aumenta, no podemos creer lo que está sucediendo. A todo esto, nos vamos a la puerta de salida con la esperanza de que aparezca por ahí, seguimos un rato, ya no logramos comunicar con la sala donde estaban, así que ya no pudimos hablar mas con ellas.
Vamos hasta las aerolíneas, contamos el caso, nadie quiere dar información y nos remiten a la policía, todo es increíble, pero se va materializando lo inimaginable. Están deportando a una señora de 88 años las fuerzas de seguridad del estado en cumplimiento con las leyes establecidas y cumpliendo con el cupo de expulsiones que seguramente tienen.
Y la edad? Y los antecedentes? Y los vínculos familiares? Todo eso no importaba nada, la ley es la ley, vaya ¡COBARDES! Incapaces de mostrar su rostro, incapaces de sentir o asumir su responsabilidad, un cupo a cubrir, que vergüenza e inmoralidad. Esto no quedará así. A estos señores les ha salido un cayo, aunque todavía no se enteraron.
Sabemos que esto pasa todos los días, que todos los días son muchos los que son regresados a sus países. Y las justificaciones son varias: no tiene carta de invitación.Viene por más tiempo del exigido.no tiene esa reserva de hotel reglamentaria. Yo me pregunto: ¿Cuanta insensibilidad tiene que tener ese funcionario? Y ya no es uno, son todos, el agente de policía, el que les hace la entrevista, el abogado que supuestamente las defiende. todos encajonados en una función especifica para no sentir, ni ver, ni oír lo que todos juntos hacen, un sistema diseñado para ser para la ejecución aséptica, hasta que alguien toma la decisión final. violencia sorda y encubierta, vaya los civilizados, menudos monstruos.
A los funcionarios del cuerpo de seguridad del estado, más concretamente a los del turno tarde, del martes 6 de julio de 2010, de la puerta 1, de la Terminal 1 del aeropuerto de Barajas decirles: que no vamos a parar hasta que esta denuncia llegue lejos, hasta saber quienes son (nombres y apellidos) y que toda España, al igual que nosotros, se entere de lo que esta pasando, y se avergüence de que haya gente haciendo en nombre de todos estas cosas. No podemos permitirlo mas.
*Hugo Rodríguez, periodista, director de Globatium.com, ciudadano español de origen argentino, es hijo de la nueva víctima del perverso sistema de selección de ingreso de extranjeros a España.
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